En 2009, cuando el entonces Gobernador de Nueva York David Paterson instauró una subida temporal de impuestos para las personas más ricas del estado -una de las llamadas “tasas de millonarios” que se han colado en varios estados a lo largo del país- al menos un multimillonario no estaba nada contento. El presentador de Talk-shows Rush Limbaugh proclamó ruidosamente que iba a vender sus propiedades neoyorquinas y a abandonar el estado como residencia a tiempo parcial.
“Si hubiera sabido que ese iba a ser el resultado”, bromeó Paterson en respuesta, “habría pensado antes en los impuestos”.
Mientras Limbaugh intentaba presentarse como parte de una tendencia más amplia, nuevos estudios muestran que las subidas de impuestos a los más ricos no causan un éxodo de los contribuyentes más acomodados. Más aún, las encuestas demuestran que la infelicidad de Limbaugh representa una posición decididamente minoritaria. Con el debate en Washington centrado la reducción del déficit federal y los estados encarando enormes agujeros en sus presupuestos, pocas ideas tienen más apoyo público que la noción de que los que más tienen deben arrimar el hombro para ayudar a tapar los huecos.
En Nueva York, el 71 por ciento de los residentes que respondieron a una reciente encuesta se pronunciaron a favor de elevar los impuestos a los más ricos del Estado. “Tiene un amplio apoyo popular en todos los colectivos, republicanos y demócratas, conservadores y progresistas, al norte y al sur del estado”, dice Sunshine Ludder del New York’s Center for Working Families. “Si preguntas a la gente si prefieren un impuesto para millonarios o un recorte de mil millones de dólares en educación y sanidad, las cifras son incluso más altas”.
Respondiendo a sentimientos similares a nivel nacional, un grupo liderado por el Demócrata de Illinois Jan Schakowsky introdujo la Fairness in Taxation Act (Ley de Justicia Fiscal) el 16 de marzo, que crearía un impuesto federal para millonarios.
Actualmente, el sistema fiscal apenas distingue entre el 3 por ciento más rico. Los hogares que ganan 250.000 dólares al año están sometidos a tramos del impuesto sobre la renta prácticamente idénticos a los que ganan cientos de millones de dólares. James Surowiecki de The New Yorker’s, durante los debates del año pasado sobre los enormes recortes de impuestos de la era Bush bromeada diciendo que LeBron James (N.T.: conocida estrella de la liga de baloncesto NBA) y el dentista de Lebron James ahora pagan virtualmente los mismos impuestos.
La Fairness in Taxation Act cambiaría esto creando una serie de nuevas horquillas de impuestos, empezando con ganancias de 1 millón de dólares hasta los 1.000 millones. “No hay razón para tratar al 1 por ciento más rico de la población de manera distinta a cualquier otro”, comentó el Demócrata de Arizona Raúl Grijalva, un copatrocinador del proyecto, “y ahora mismo es lo que está haciendo exactamente el sistema”. Si se aprobara, la medida recaudaría más de 74 mil millones de dólares este año, de acuerdo a las estimaciones de Citizens for Tax Justice (Ciudadanos por la Justicia Fiscal).
Con una mayoría republicana en el Congreso, las posibilidades de elevar los impuestos a los ricos a nivel federal son escasas. Pero esto no ha detenido a los defensores de la reforma de los sistemas impositivos en los estados, que tienden a separar aún menos a las familias de clase media de los residentes más acomodados. Desde 2008, Connecticut, Hawaii, Maryland, New Jersey, Nueva York, Carolina del Norte, Oregon y Wisconsin han promulgado su version de un incremento de impuestos a los salarios más altos, con umbrales variantes para cuando se introduzcan nuevos impuestos. La medida tomada en Nueva York en 2009 elevó la tasa impositiva máxima 1 punto porcentual para individuos con ganancias superiores a 200.000 dólares (o superiores a 300.000 para las parejas), y sólo 2 puntos para aquellos con ganancias superiores a 500.000 dólares.
El impacto de estos cambios ha sido significativo. “Han mejorado lo que eran unos sistemas fiscales abrumadoramente regresivos e injustos” dijos Carl Davis, analista senior del Institute on Taxation and Economic Policy. “Han podido ayudar a los estados a evitar algunos recortes profundos y dolorosos en importantes servicios públicos–despidos de profesores y bomberos– y a continuar financiando adecuadamente la atención sanitaria y otras redes de programas de asistencia que la gente necesita más en un periodo de recesión”.
A pesar de estos beneficios, casi todos los impuestos sobre los ricos aprobados en 2008 y 2009 fueron diseñados temporalmente para suavizar el impacto de la crisis económica durante uno o dos años. Con estos expirando, las cámaras de los estados están sosteniendo acalorados debates acerca de si los aumentos deben prorrogarse.
Los defensores de los impuestos han logrado aliados inesperados. En marzo, un grupo de cerca de 100 neoyorquinos acaudalados, incluyendo al actor Mark Ruffalo, mandaron una carta abierta a los legisladores del estado argumentando que los más afortunados, incluidos los firmantes de la carta, deberían continuar pagando la parte justa que les corresponde.
Sin embargo, el clima político para estas propuestas ha sido inhóspito hasta ahora. En Nueva York, el Gobernador Demócrata Andrew Cuomo se unió a los Republicanos en el senado estatal para evitar la renovación del impuesto a millonarios esta primavera. Un esfuerzo para mantener el impuesto existente fracasó recientemente en Maryland. Y en New Jersey, el Gobernador Republicano Chris Christie vetó una medida similar en 2010, prometiendo hacerlo otra vez este año.
Durante los parciales del último noviembre, los votantes del estado de Washington participaron en una consulta electoral sobre la creación de dos nuevos tramos, uno afectando a los hogares con rentas superiores a los 400.000 dólares y la otra para aquellos que ganen más de 1 millón. Fue derrotada por un amplio margen después de que líderes empresariales como el fundador de Amazon.com Jeff Bezos y el director ejecutivo de Microsoft Steve Ballmer contribuyesen con 6.3 millones de dólares a hacer campaña contra la propuesta.
Los argumentos más comunes de los que se oponen es que esos impuestos empujan a los millonarios a volar fuera de los estados. Cuando Oregon anunció que en su primer año el impuesto a rentas altas había recaudado mucho menos de lo que los responsables del presupuesto habían proyectado, el Wall Street Journal se abalanzó, atribuyendo la diferencia a la completamente predecible fuga de contribuyentes ricos. “El sol también sale por el este, y los Cubs (N.T. popular equipo de beisbol de Chicago) tampoco ganan las Series Mundiales (N.T. series finales del campeonato de beisbol)”, escribieron sus editores.
Pero la información del Departamento de Recaudación de Oregón indica que el declive en el número de millonarios residentes probablemente tiene poco que ver con la migración. En realidad, lo que parece suceder es que simplemente la gente está haciendo menos dinero durante la recesión, cayendo por tanto a tramos fiscales más bajos que no están sujetos al nuevo impuesto.
“El Journal sólo se fijó en la caída en el número de millonarios e inmediatamente asumió que todos ellos se habían movido a Texas”, dice Davis, “los datos no indican esto en absoluto”.
Los investigadores que han estudiado el tema coinciden. El profesor de Stanford Cristobal Young y el estudiante de sociología en Princeton Charles Varner usaron datos fiscales de New Jersey para determinar el impacto del aumento de impuestos a los ricos aprobados en 2004. Su último informe, que se publicará en junio, indica que las subidas de impuestos produjeron pocas huídas y sin embargo generaron regresos significativos. “Calculamos que esencialmente no había migración, y que el impuesto había recaudado alrededor de 1.000 millones de dólares al año”, dice Young.
Como los miembros de otras clases sociales, los ricos toman decisiones basándose mucho más en la familia, el vecindario y los contactos profesionales –o en los precios de la vivienda– que en las subidas de impuestos.
De igual manera, en abril, Jeffrey Thompson del Political Economy Research Institute de la Universidad de Massachusetts publicó un análisis de los datos de migración fiscal en Nueva Inglaterra. Señalando que “más de la mitad de los adultos norteamericanos no han vivido en un estado diferente del que han nacido”, el informe demostraba que la migración entre estados es relativamente rara y que los impuestos tienen muy poco peso en las decisiones que empujan a la gente a moverse. “Estos datos indican que mientras los políticos de los estados pueden estar asustados de dar pasos para recuperar sus ingresos, es muy poco probable que algunos de sus mayores miedos se materialicen”, dice Thompson.
Los miles de millones de dólares efectivamente recaudados en impuestos a las rentas altas difícilmente pueden considerarse insignificantes para los presupuestariamente hundidos estados, y estas medidas pueden ser incluso más importantes a largo plazo.
“Con gran parte del crecimiento económico concentrado en la parta alta de la escala, es buena idea calibrar tu sistema impositivo para tener en cuenta esta realidad”, dice Davis, “si los millonarios continúan haciendo tanto dinero en los próximos años como en los pasados, estas pueden ser medidas muy efectivas para elevar los ingresos”.