Los fabricantes de armamentos y los publicitarios militares usan los nuevos conflictos para mostrar sus últimos artículos. Con serviles descripciones de los sistemas de armamentos disponibles ahora continuamente en las estaciones de noticias por cable las 24 horas, la actual guerra de Irak puede que llegue a ser la mayor exposición de armas.
Pero si algo podemos aprender de la primera Guerra del Golfo es que las relaciones públicas de tiempo de guerra producen una visión fundamentalmente engañosa del desarrollo de armas y promueve una mala política de seguridad.
Con la nueva invasión, los misiles Patriot están de nuevo en las noticias. Un video nocturno del lanzamiento de los misiles para interceptar cohetes Scud iraquíes dieron una imagen definitoria de la primera Guerra del Golfo para el público estadounidense. Símbolo del progreso tecnológico de EE.UU., los Patriots estaban a la cabeza de un conjunto de nuevas armas que maravillaban a los expertos.
Sin embargo, las aseveraciones acerca del éxito del sistema de misiles Patriot resultaron ser pura propaganda. Después de que terminara Tormenta del Desierto y la mayoría de la gente dejara de prestar atención, investigaciones del Congreso revelaron que los misiles, cuando estallaban en el aire, no siempre destruían los Scuds enemigos.
En un informe de 1992 acerca del tema, el Comité de la Cámara de Representantes para Operaciones Gubernamentales llegó a la conclusión de que “El sistema de misiles Patriot no fue el espectacular éxito en la Guerra del Golfo Pérsico que se hizo creer al público estadounidense. Hay poca evidencia de que los Patriots hayan hecho impacto en más de unos pocos misiles Scud lanzados por los iraquíes durante la Guerra del golfo, y existen dudas incluso acerca de estos encuentros”.
La revista Boston Magazine publica que cuando la cobertura negativa llegó por primera vez a la prensa el fabricante de los Patriots, Raytheon, investigó la posibilidad de revocar la verificación de seguridad de uno de los principales críticos, Theodore Postal, de MIT.
En la actualidad a los traficantes de armamentos no les preocupa tanto ocultar la verdad acerca de las viejas armas. Están demasiado ocupados alabando el mejor desempeño de una “nueva generación” de tecnología de antimisiles. Lo que es trágico es que aparentemente la falla en el reconocimiento de objetivo de los nuevos misiles Patriots fue la causa de muerte de dos pilotos británicos cuando regresaban a una base cerca de la frontera de Kuwait, incidente que fue anunciado el 23 de marzo.
El desastre del World Trade Center demostró que armas caras no significan precisamente una seguridad eficaz. Ahora es el momento para una política más inteligente de defensa y no para una escalada en el aumento de reservas de superpotencias.
Pero es probable que la guerra de Irak sólo provoque a creación de mayores reservas de armas. El presupuesto de Bush para el 2003 destina $380 mil millones para el Pentágono, un aumento de $15 mil millones sobre la mayor asignación de la historia el año pasado. Y esto no incluye el financiamiento del actual conflicto.
La defensa de misiles “Guerra de las Galaxias”, que recibirá $9 mil millones de financiamiento sólo para el próximo año, es quizás el aparato en desarrollo más ofensivo. Al igual que con el misil Patriot, el corazón del sistema es una complicada tecnología que apunta durante el vuelo y que, a pesar de lo que dice el Pentágono, ha estado lleno de problemas. Los críticos aseguran que tanto en las pruebas “exitosas” así como en los intentos que fracasaron, se escogieron cuidadosamente los señuelos por su total diferenciación de las cabezas atacantes que servían de blanco, lo que hizo que la interceptación exitosa fuera mucho más fácil que en condiciones reales.
Otra razón para sentirnos escépticos de una expo de nuevas armas es que aún cuando una innovación tecnológica funciona no hace más humana la guerra. Las bombas más “inteligentes”, equipadas con sofisticados aparatos de puntería, son un buen ejemplo. Como publicó recientemente The Christian Science Monitor, “En la Guerra del Golfo solo 3 por ciento de las bombas fueron guiadas con precisión. Esa cifra saltó al 30 por ciento en los bombardeos de 1999 a Yugoslavia, y a casi 70 por ciento durante la campaña aérea de Afganistán el pasado año. Sin embargo, en cada caso creció la proporción de bajas civiles por bomba lanzada”.
Las “bombas inteligentes” pueden provocar exceso de confianza, haciendo que los oficiales ordenen ataques que hubieran sido considerados demasiado riesgosos en el pasado, como “ataques quirúrgicos” dentro de ciudades. Las cifras indican que los civiles son las principales víctimas de este cambio.
La guerra sigue siendo la guerra, no importa cuan sofisticado sea el armamento. Para evitar que la tragedia se multiplique, necesitamos más que nunca un cuerpo crítico de prensa. Mientras continúa la nueva guerra, los reporteros deben enfrentarse a las fábulas de los militares y preguntar: “¿Cuál será el nuevo engaño al estilo Patriot?”